Opinión / Ensayos · 03/07/2024

Gallopinto viajero

El nica que sale obligada o forzadamente de su comodidad territorial, deja atrás su telaraña tejida por años, no sólo del patrimonio tangible o intangible, creado o soñado, también extirpa sus raíces plantadas entre amigos, trabajos mal remunerados, desastres naturales exacerbados por la pobreza y sus promotores, caos urbano, oportunismo político, pobreza rural y voracidad oligarca; pero nada de eso será extrañado más allá de las dificultades encontradas en el nuevo ambiente, ciertamente inhóspito, de nuevas costumbres, dificultades idiomáticas, extrañas condiciones climáticas, y desgaste físico y emocional que sólo el celular cargado de minutos paliará, al escuchar las voces sobrevivientes de los que quedaron atrás, y la satisfacción de la remesa enviada, que solucionará la dramática imagen de la mesa vacía y la cocina apagada.

Es mucho lo que quedó atrás, la opulenta cultura de fiestas patronales y el apego pagano a veneradas imágenes que provocan sosiego espiritual, o desatan el compromiso de cambios personales que quizás no serán cumplidos; es la cultura exuberante de las complejas relaciones familiares, sesgadas por la mentira exhibida en las redes sociales, las imágenes de abundancia material y felicidad extendida, que finalmente termina, sin explicación lógica alguna, en la tristeza del boleto sin retorno, de la movilidad facilitada por cercanos y ajenos, por instituciones y personas, por la inamovilidad socioeconómica y la esperanza del paroxismo político.

Pero no todo se reduce al caos y cambio, el frío extremo o el verano sofocante, la conurbación plagada de gente que va y viene en las complicadas redes de transporte, la premura de llegar al sitio de trabajo, o la ansiedad de asimilar las exigencias del nuevo entorno cultural, todo ello quedará disminuido, frente a la incesante búsqueda del supermercado, la tienda, la pulpería, o como le quieran llamar, en donde el nica encuentre dos preciados tesoros: arroz y frijoles, los que serán sometidos al ritual culinario, el sello gastronómico más emblemático, el nica mismo: el gallopinto viajero.

Ezequiel Molina

Julio 3, 2024